LA VALQUIRIA / BAYREUTH 2017

LA VALQUIRIA / Festival de Bayreuth, 30 de julio de 2017
Otras representaciones: 9, 18 y 24 de agosto
Producción de Frank Castorf estrenada en 2013 / Decorados: Alecsandar Denic. Vestuario: Adriana Braga Peretzki. Iluminación: Rainer Casper. Vídeo: Andreas Deinert y Jens Crull
Dirección musical de Marek Janowski
Reparto: Christopher Ventris (Siegmund), Georg Zeppenfeld (Hunding), John Lundgren (Wotan), Camilla Nylund (Sieglinde), Catherine Foster (Brünnhilde), Tanja Arianne Baumgartner (Fricka), Caroline Wenborne (Gerhilde), Dara Hobbs (Ortlinde), Stephanie Houtzeel (Waltraute), Nadine Weissmann (Schwertleite), Christiane Kohl (Helmwige), Mareike Morr (Siegrune), Simone Schröder (Grimgerde), Alexandra Petersamer (Rossweisse).
Minutación: Acto I: 59'49 / Acto II: 83'45 / Acto III: 64'58 / Total: 207'52 (3 horas 27 min)
Todas las imágenes de este artículo son propiedad del Festival de Bayreuth (www.bayreuther-festspiele.de). Únicamente se muestran para fines divulgativos.
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Valquiria a orillas del mar Caspio

            Valquiria es, dentro del peculiar trabajo de Castorf, la que goza de una mayor lógica interna e, incluso, de buen gusto. Los escenarios de Alecsandar Denic son de gran impacto y ni la línea argumental ni la dirección de actores se ve comprometida por despropósitos que sí pueden verse en el resto de jornadas. Puede haber algunas soluciones dramáticas discutibles, como que ni Notung ni la muerte de Siegmund ocupen un lugar central en el espacio escénico, pero son cosas que se perdonan cuando en las otras jornadas hay aspectos que rozan la vergüenza.  La escena se desarrolla íntegramente de noche y en el Azerbaiyán de los años sesenta. Todas las estructuras son de madera, destacando la casa-granero de Hunding, con dos pisos, y el imponente pozo petrolífero en la roca de las valquirias, con diferentes alturas. Por todo ello, no es de extrañar que, de las cuatro obras que componen el Anillo, Valquiria haya sido este año la escogida para la representación suelta adicional que suele hacerse de una de ellas. Si todo el Anillo hubiera tenido la misma estética industrial y una dirección de actores al mismo nivel que esta jornada, probablemente no habría reparos en decir que estamos ante "Patrice Chéreau III" (el II es el montaje de Harry Kupfer). No es el caso, pero creo que Valquiria se salva de la quema con bastante dignidad.

Marek Janowski, en uno de los ensayos en Bayreuth el año pasado.
           El reparto tiene dos cambios importantes respecto al año pasado. El primero es que la irregular Sieglinde de Heidi Melton (pese a las buenas críticas que avalaban a esta cantante, sobre todo en medios anglosajones) ha sido sustituida por Camilla Nylund. La cantante finlandesa fue una competente Elisabeth en el Tannhäuser que pudo verse entre 2011 y 2014 (la desquiciante producción de Sebastian Baumgarten, dirigida en lo musical primero por Thomas Hengelbrock, luego por Thielemann y en sus dos últimas ediciones por Axel Kober) y el Festival ha premiado la fidelidad y el buen hacer de entonces. El segundo, la insustancial Fricka de Sarah Connolly (también muy alabada en medios anglosajones) ha sido reemplazada por Tanja Arianne Baumgartner, que tan buena impresión ha dejado en el Oro. Un tercer cambio, anecdótico, es que Grimgerde no será este año la pluriempleada Wiebke Lehmkuhl, sino Simone Schröder, veterana secundaria del Festival, donde lleva más de dos décadas haciendo papeles pequeños.

            El resultado es desigual, tanto en el podio como en las voces. Vocalmente justos la pareja protagonista, demasiado lírica para estos papeles, eficiente la Brunilda de Catherine Foster y nota alta para Georg Zeppenfeld (Hunding), John Lundgren (Wotan) y Tanja Arianne Baumgartner (Fricka). Janowski logra centrarse en el tercer acto tras dos irregulares, bien por exceso de velocidad -tercera escena del primer acto-, bien por pasar por ellos sin excesiva implicación -monólogo de Wotan en el segundo-.

                Marek Janowski vuelve a optar por tempi extrarrápidos, sobre todo en la tercera escena del primer acto, con minutaciones que escapan de lo convencional en los actos primero y tercero. Al polaco parece como si le interesaran más los pasajes orquestales y los grandes momentos de conjunto que los monólogos y los pasajes más introspectivos. Así, mientras encontramos unos preludios vibrantes en los dos primeros actos -el del primero construido a partir de unos graves bien articulados-, una Walkürenritt excepcional en brillantez -juego con las segundas voces y sinergia con las voces (pequeños diminuendos y crescendos en la orquesta según canten o no las valquirias)- o unos adioses de Wotan que ponen los pelos de punta, pasa por otros pasajes de puntillas -tercera escena del primer acto o monólogo de Wotan en el segundo-. En conjunto, el más interesante es el tercero, tanto por voces como por dirección, con un metal broncíneo de múltiples sonoridades, de lo ácido a lo redondo, de lo oscuro a lo diáfano, y una cuerda aterciopelada. La orquesta derrocha decibelios sin resultar ruidosa y demuestra porqué tiene tanta fama: por su absoluto conocimiento de la partitura y su ductilidad en sus sonoridades. También han tenido especial interés las dos primeras escenas del primer acto, de los pocos momentos recogidos en que Janowski parece haberse sentido realizado.

Sieglinde (Camilla Nylund) y Siegmund (Christopher Ventris)
             Las interpretaciones de Christopher Ventris de Siegmund y Parsifal -también Lohengrin-, son muy conocidas en los principales teatros internacionales, con sus virtudes y sus defectos -por ejemplo, ha sido Siegmund en los últimos Anillos de Rattle en Viena y de Thielemann en Dresde o Parsifal hace unos meses con Bychkov en Viena-. Es un cantante muy a la italiana en fraseo e intención, muy musical y sensible -en esto recuerda a Peter Seiffert-, pero indudablemente demasiado liviano para estos papeles. La dicción es borrosa, en parte provocado por ese canto italianizante, y a la voz le falta empaque en los momentos más dramáticos (Walse!). La rapidez de Janowski en el Winterstürme no parece que ayude mucho, un momento de gran lirismo escrito para el registro medio-alto, la franja en la que Ventris se siente más cómodo y su instrumento suena más brillante. Así, en el anuncio de su muerte en el segundo acto, con pasajes de tintes más baritonales, suena más mate.

La pareja de welsungos y Hunding (Georg Zeppenfeld).
             Camilla Nylund encaja bien con Ventris por tipología de voz y maneras, también con sus virtudes y defectos. En el haber, una cantante sensible que frasea con gusto; en el debe, que es excesivamente lírica -ya me lo parecía incluso para Elisabeth en su momento- y, en su canto habitual hay un vibrato amplio que es completamente ajeno a Wagner -aquí bastante contenido, probablemente por indicación de Janowski-. La falta de una voz más ancha y carnosa se hace patente en sus intervenciones del segundo acto. En el tercero ha tenido evidentes problemas para no quebrársele la voz en las notas más altas de su despedida a Brunilda. En el Du bist der lenz,  en cambio, pasaje de gran lirismo, demuestra su equilibrada línea de canto. No es que sea una mala cantante, sólo es que Sieglinde no es su papel. Freia o Gutrune se acomodan mucho más a su instrumento.

                Pese a todo, la finlandesa parece dispuesta a tener un amplio repertorio de papeles protagonistas, algunos de los cuales me despiertan aún más dudas que el de Sieglinde. Unos ejemplos de las dos últimas temporadas: Venus (en la Deutsche Oper de Berlín, con Runnicles), Arabella (en la Staatsoper de Viena, con Peter Schneider), Leonora (también en Viena, con Meister) o Salomé (en Tokio, con Dan Ettinger). El año que viene debutará Senta en Zurich, otro papel que demanda una soprano dramática.

               Competente, como siempre, el Hunding de Georg Zeppenfeld, vocal y dramáticamente. El cantante sabe cambiar el registro de un paternalista Gurnemanz a un severo Hunding no exento de nobleza.


Wotan en la roca de las valquirias, aquí un
pozo petrolífero de gran impacto visual.
            John Lundgren es, sin duda, uno de los grandes Wotan de nuestros días. Verdadero bajo-barítono, su voz firme se muestra cómoda en toda la tesitura, con generosos agudos y sin problemas en el grave, demostrando tener la autoridad que requiere el papel. Una pena que Janowski haya ido un poco automático en su monólogo, pues su brillantez ha ido pareja con el foso, como se ha hecho patente en el tercer acto, con una actuación excelente.

               Catherine Foster vuelve a ser Brunilda por quinto año. Su voz no es la de una soprano dramática y le falta ese color y textura característicos pero, a falta de una verdadera soprano dramática que consiga cantar con homogeneidad los tres papeles -no los grite ni los ladre ni tenga un vibrato que oscile medio tono-, la Foster se me antoja la mejor opción actual en conjunto. Su material lírico le hace tener un agudo brillante emitido sin dificultad -lo que se agradece en los Hohotojos! o en los escarpados saltos del tercer acto- y el único pero al oído es la falta de peso en el registro grave. Su petición a Wotan de rodearla de fuego ha sido de gran intensidad, con un Janowski verdaderamente inspirado que hacía rugir una orquesta gloriosa.

                Tanja Arianne Baumgartner confirma las buenas impresiones del Oro. Su Fricka posee los mejores rasgos de las Frickas tradicionales: timbre carnoso y agudos resonantes, autoridad y fuste. Sorprendido por la cantante, he investigado un poco: forma parte del elenco de la Ópera de Frankfurt desde 2008, pasando poco después a cantar en teatros de primera fila, pero manteniendo una importante programación en Frankfurt (Salzburgo en 2010, Covent Garden en 2013, Staatsoper de Viena y Deutsche Oper de Berlín un año más tarde...). En su página web se recoge un artículo de prensa que, en 2014, la llamaba el arma secreta de la ópera de Frankfurt para roles de mezzosoprano dramática, y probablemente no le falte razón.

               Competentes las valquirias, dentro de las particularidades de cada una de las voces, pero empastadas y con muy buena sintonía con los juegos de dinámicas que, en la Walkürenritt, procedían del foso.

              En conclusión, una Valquiria que no es un patinazo, pues ni Janowski es mal director ni Ventris ni Nylund malos cantantes, pero que no alcanza esa redondez brillante. En el caso del primero, parece que no logra concentrarse en ciertos momentos del drama (¿quizás el ser un directo y escenificado puede ser una causa? -recordemos que Janowski lleva dos décadas dirigiendo casi exclusivamente en concierto-, aunque también la sombra de Thielemann y Petrenko -ocho temporadas con la Tetralogía- es muy alargada y casi con total seguridad insuperable). Respecto a los segundos, no son las voces más adecuadas para estos papeles.

               El año que viene ocurrirá un hecho insólito en Bayreuth. La obra se interpretará separadamente del ciclo para completar el programa. Al no haber Tetralogía, son cinco las obras a representar. A las tres del año anterior que no conforman el Anillo se le añade la nueva producción de Lohengrin y una reposición -generalmente una producción retirada en la edición anterior y que se repone por última vez-. Así las cosas, la quinta ópera debiera haber sido el Holandés estrenado en 2012 y que pudo verse por última vez en 2016, pero la Dirección del Festival ya ha anunciado que se será La Valquiria bajo la dirección de Plácido Domingo y con algunos cambios en el reparto: Stephen Gould como Siegmund, el regreso de Emily Magee al Festival como Sieglinde y el debut de Matthias Goerne como Wotan. Pero eso es otra cuestión de la que hablaremos con más detalle una vez conformado el programa completo del año que viene.


(toma digital sin pérdida de calidad, en formato .flac, procedente de la Radio de Rumanía)

1 DE AGOSTO DE 2017.

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